Virginia Sant, graduada en Nutrición y becaria Cofinanciada Fundación Barceló/CONICET, apuesta a un enfoque innovador en la lucha contra la obesidad.
Actualmente, realiza su Doctorado en Ciencias de la Salud en el IUCS, y su tesis doctoral propone una línea de investigación tan innovadora como necesaria: la incorporación de bacterias lácticas a la leche de cabra, que podría contribuir al fortalecimiento de la microbiota intestinal, mejorar biomarcadores y colaborar en la prevención o tratamiento de la obesidad.
Virginia, nos gustaría comenzar preguntándote por el inicio. La obesidad es una problemática compleja y multicausal. Como nutricionista podrías haber elegido abordarla desde muchos ángulos, pero decidiste realizar un producto innovador adicionando bacterias lácticas. ¿Qué te llevó a elegir este camino menos explorado? ¿Dónde nació esa motivación?
La motivación surgió de un profundo interés por buscar soluciones innovadoras y accesibles a problemáticas que, como la obesidad, afectan cada vez más a nuestra población. En el trabajo con microbiota intestinal encontré un campo en expansión, pero aún poco explorado, en relación con productos regionales. Pensé que, si podíamos intervenir ese ecosistema con bacterias beneficiosas y adicionarlas a un alimento local como la leche de cabra, podíamos abrir una vía alternativa y concreta de impacto positivo.
¿Qué te inspiró a pensar que una bacteria podría convertirse en una herramienta poderosa para mejorar la salud de las personas?
Me inspiró la evidencia creciente que muestra cómo la microbiota intestinal influye en múltiples aspectos de nuestra salud: desde el metabolismo hasta el sistema inmunológico. Es fascinante cómo algo tan pequeño puede tener un rol tan grande. La posibilidad de modular la microbiota mediante probióticos (y hacerlo desde un alimento regional y accesible) me pareció una combinación prometedora entre ciencia, salud y territorio.
En tu trabajo aparece también una apuesta fuerte por lo regional, ¿por qué elegiste la leche de cabra como vehículo para este desarrollo? ¿Qué valor le ves a trabajar con productos locales en la investigación científica y en la salud pública?
La elección de la leche de cabra tiene una raíz doble: científica y social. Científicamente, su perfil nutricional y propiedades nutracéuticas la convierten en una excelente base para la fermentación con bacterias lácticas. Socialmente, es un producto propio de la región de La Rioja, donde muchas familias viven de la producción caprina. Usar esta materia prima no solo fortalece la identidad local, sino que también puede generar oportunidades para los pequeños productores. Para mí, la ciencia tiene más sentido cuando está conectada con el territorio.
Sabemos que el camino de la investigación puede ser largo y desafiante, ¿qué impacto te gustaría que tenga tu trabajo a futuro?
Me encantaría que este trabajo sirviera como un puente entre ciencia y comunidad. Que no se quede solo en el laboratorio, sino que pueda transferirse a políticas públicas, a la industria alimentaria local o a emprendimientos cooperativos. Si logramos demostrar beneficios reales en la salud mediante este producto, también podríamos estar generando una herramienta que impulse la economía regional, con valor agregado en origen y bajo un enfoque sustentable.
Por último, una pregunta que mira más allá de los resultados científicos. Como investigadora y como profesional de la salud, ¿en qué te gustaría dejar tu huella? ¿Qué legado te gustaría construir a través de tu trabajo?
Me gustaría dejar una huella de compromiso con la salud pública, con la ciencia aplicada y con el bienestar colectivo. Creo en una ciencia que escuche a la comunidad, que dialogue con la cultura local y que actúe con sensibilidad social. Si algo de lo que hacemos hoy sirve para que mañana las personas vivan mejor y especialmente si esa mejora nace de nuestras propias tierras y saberes, entonces ese sería el legado más valioso que podría imaginar.
La historia detrás de la historia
Voy a contar cómo evolucionó una de mis pasiones: investigar. Es fascinante ver cómo las circunstancias y las personas que me crucé en el camino despertaron en mí nuevas preguntas, y cómo mi curiosidad fue tomando nuevos rumbos.
Todo comenzó con mi tesis de grado, en la que investigué la composición microbiológica del kéfir y los hábitos alimentarios de quienes lo consumen. Me intrigaba especialmente cómo este alimento fermentado influía en la microbiota intestinal. A partir de allí, comencé a profundizar: realicé posgrados sobre salud intestinal y microbiota, e investigué en detalle sobre el kéfir, ya que en Argentina el kéfir de agua ni siquiera estaba contemplado en el Código Alimentario.
En ese recorrido descubrí a una de mis máximas inspiraciones: Gabriel Vinderola, investigador del CONICET. Con él aprendí a distinguir entre conceptos que tenía bastante confundidos, como alimentos fermentados, probióticos y suplementos microbianos. En medio de esta búsqueda descubrí las becas doctorales del CONICET. Por entonces ya trabajaba como nutricionista en un hospital, pero decidí acercarme a la Facultad Barceló y comenzar el proceso de postulación. Ese fue el punto de partida de una nueva etapa, en la que dejé atrás mi trabajo asistencial para sumergirme de lleno en el mundo de la investigación.
Allí me encontré con cepas probióticas que mostraban resultados increíbles en diversas patologías —¡parecían milagrosas!— y surgió la idea de aplicarlas en un producto autóctono como la leche de cabra. En ese momento apareció otro encuentro clave: el Dr. Marcos Mayer. Un referente en investigación sobre obesidad y saciedad, que hoy es mi director. Así nació un nuevo desafío: fusionar nuestras pasiones y desarrollar un producto fermentado con probióticos a base de leche de cabra, evaluando su efecto en la obesidad y la saciedad.
Hoy sigo descubriendo un mundo apasionante, lleno de oportunidades. Este camino recién empieza y espero que mi historia pueda inspirar a estudiantes y graduados a mantenerse curiosos, abiertos y dispuestos a explorar nuevos horizontes. La investigación científica es un campo en constante evolución, y la capacidad de adaptarse y colaborar es esencial para lograr avances significativos.