Entrevista al Dr. Adolfo Vega
¿Qué significa ser médico hoy? ¿Y qué implica formar a las nuevas generaciones? Para el Dr. Adolfo Vega, ambas preguntas se responden con la misma palabra: cuidar. Hoy nos comparte su mirada sobre una doble misión que atraviesa su vida profesional: enseñar y sanar.
Doctor, usted forma parte de los primeros médicos graduados en esta institución y también de los primeros formados en La Rioja, ¿qué representa para usted la Fundación Barceló?
La Barceló representa para mí una parte fundamental de mi historia personal y profesional. Haber sido parte de la primera promoción formada en La Rioja me permitió ser testigo del esfuerzo, la visión y el compromiso de quienes creyeron que nuestra provincia debía tener una carrera de Medicina de calidad, con estándares académicos que estuvieran a la altura de cualquier centro del país.
No fue solo un espacio de estudio, sino un lugar donde aprendimos a trabajar con sentido social, a valorar la medicina en contacto directo con la comunidad y a comprender que el conocimiento cobra sentido cuando se pone al servicio de otros.
Lleva más de dos décadas trabajando en el ámbito de la salud pública, y sabemos que la experiencia moldea y perfecciona la mirada profesional, ¿qué aprendizajes considera que este recorrido le ha dejado?
La salud pública me enseñó que la medicina no se ejerce solo en el consultorio, sino en cada acción que impacta en la vida cotidiana de las personas: en una campaña de vacunación, en la prevención de enfermedades crónicas, en la promoción de hábitos saludables o en la organización de un sistema que garantice el acceso a la atención.
Aprendí que el primer nivel de atención es la verdadera puerta de entrada al sistema y que, si lo fortalecemos, podemos evitar gran parte de las complicaciones que hoy sobrecargan hospitales y guardias.
También comprendí que las soluciones más efectivas surgen de la articulación: cuando el sector académico, el sistema sanitario y la comunidad trabajan juntos. Entendí que detrás de cada indicador hay personas reales, y que el éxito no se mide solo en números, sino en el bienestar concreto de la población.
¿Qué desea transmitir o que aprendan sus alumnos?
Quiero que nuestros alumnos salgan de la facultad con una formación sólida, pero también con una sensibilidad especial hacia la realidad que los rodea. Que entiendan que un buen médico no es solo quien domina la técnica y el conocimiento científico, sino quien se involucra con la comunidad, sabe escuchar y reconoce que su trabajo tiene un impacto social.
Les transmito que la salud no depende únicamente de los tratamientos médicos, sino también de factores sociales, económicos y culturales, y que es en la Atención Primaria donde muchas veces se pueden lograr los cambios más profundos. Quiero que aprendan a trabajar en equipo, a colaborar con otros profesionales, a respetar las diferencias y a entender que cada intervención, por pequeña que parezca, puede cambiar una vida.
Desde su experiencia, ¿qué mensaje le gustaría dejar a quienes hoy se forman para ejercer esta profesión?
La docencia y la medicina son actos de cuidado. Un médico cuida la salud de las personas y un docente cuida el proceso de formación de sus alumnos, guiándolos, acompañándolos y motivándolos a desarrollar todo su potencial. En ambos casos, se trata de estar presentes, de dar lo mejor de uno mismo y de entender que se trabaja con lo más valioso que existe: la vida humana, en su presente o en su futuro.
A quienes hoy se están formando les diría que no pierdan nunca la capacidad de asombro ni el deseo de aprender, porque la medicina es una carrera en constante evolución. Que mantengan la empatía como guía, porque ningún avance técnico sustituye la calidez y el respeto hacia el paciente. Que busquen siempre la excelencia, pero no solo en el diagnóstico o el tratamiento, sino también en la calidad humana con la que se acercan a las personas.
Finalmente, les diría que tengan presente que ejercer la medicina es un privilegio: en sus manos, en su voz y en sus decisiones puede estar la oportunidad de cambiar para bien la vida de alguien. Y que, si logran combinar conocimiento, ética y compasión, habrán cumplido con la más noble misión que esta profesión puede ofrecer.