Entrevista al Lic. Antonio Sotomayor, Prosecretario de Secretaría de Extensión Universitaria
Motivado por una curiosidad que recuerda haber iniciado de niño con los juegos de búsqueda del tesoro, Antonio Sotomayor adquirió su primer detector de metales para divertirse en la playa con sus hijos. Nunca pensó que esta actividad lo llevaría a ser miembro de un equipo de investigación arqueológica y, menos aún, a encontrar un guardamano de una espada de caballería que data del 1800.
“Desde chico siempre me gustó el campo, la montaña y la idea de encontrar tesoros piratas. Jugaba a enterrar monedas viejas y a buscarlas mucho tiempo después.”
Según el diccionario, la prospección es la “exploración del subsuelo basada en el examen de los caracteres del terreno y encaminada a descubrir yacimientos minerales, petrolíferos, aguas subterráneas, etcétera.” Sin embargo, la práctica en terreno se siente diferente. Antes de cada expedición, se realiza una investigación previa que incluye el análisis de mapas, la consulta de terrenos y la gestión de permisos si es necesario. Las caminatas suelen durar varias horas; aunque nuestro compañero aventurero asegura que “pasan volando”, admite que en una ocasión sufrió un golpe de calor, se clavó espinas, se cruzó con huellas de pumas, arañas, serpientes y muchas otras sorpresas.
Cómo funciona el detector…
Durante el análisis, la frecuencia varía según el tipo de metal. El detector de metales emite una señal que impacta en el elemento. Este impacto produce una señal de respuesta que es recibida y reflejada en la pantalla del detector, además de emitir un sonido.
Así, uno debe identificar el sonido y saber interpretar en el lector del equipo qué tipo de metal podría ser. Por ejemplo, la plata y el plomo tienen alta conductividad, mientras que el oro no.
Existen diferentes equipos: monofrecuencia y multifrecuencia. Dependiendo de las características del suelo y del metal, uno debe optar por unos y no por otros. Por ejemplo, en la playa, que es una zona húmeda, el detector puede volverse inestable y sonar de manera continua. También hay equipos específicos para buscar pepitas de oro, que es el material más difícil de detectar debido a su baja conductividad.
Prospección de lugares
Se puede explorar en espacios públicos, excepto en Patrimonios Nacionales, tratando de no dañar y descontaminar. Esta última se ha convertido en la razón principal de su actividad en la playa. Antonio cuenta que, de todo lo que encuentra, desgraciadamente el 99% es basura.
El hallazgo
Antonio relata entusiasmado...
“Fui convocado por el arqueólogo Juan Carlos Giuliano para hacer una prospección de suelo en el Parque Saladillo (La Rioja). Él está realizando una investigación del sitio, por lo que durante la exploración también analizamos la estructura edilicia del lugar, detectando si la construcción (ruinas de lo que fue un asentamiento jesuita) contaba con cañerías de plomo o metal, y verificamos si algunas columnas tenían hierro.
Durante la prospección del suelo, el detector registraba cualquier señal, y, debido al tipo de exploración, tuvimos que excavar cada vez que sonaba. Cuando suena algo, vamos cavando con cuidado y yo, con el detector de mano, indico y delimito hasta dónde llega la pieza para no dañarla.”
El arqueólogo delimitó la zona a explorar, pero mi experiencia me decía que debíamos explorar en otro sector, fuera de los límites del predio. Al terminar el área delimitada, comenzamos a explorar los alrededores y ahí fue cuando el detector sonó, indicando que había encontrado algo ferroso.
Además del arqueólogo y yo, tres personas ayudaban a cavar. Cuando encontramos el objeto, no supimos al instante qué era. Debido al deterioro y a la tierra, el elemento tenía muchas raíces alrededor, por lo que tuvimos que excavar con mucho cuidado para no dañar la pieza.
¡Me enteré después de lo que habíamos encontrado! Cuando hay un hallazgo, el arqueólogo se lo lleva para clasificarlo y analizar su procedencia. Aparentemente, el hallazgo data de 1800 y es de origen alemán. Al parecer, algunos militares de la época podían comprarse armamento de otros lugares, lo que indica que no era un sable oficial sino de alguien de alto rango.”
Hallazgo arqueológico: guardamano de una espada de caballería no reglamentaria, pero de uso bastante corriente en 1850. Canasto de empuñadura de arma de defensa personal (sable de caballería no reglamentario), también conocido como cazoleta o guardamano. Tentativamente datada en el siglo XIX (1850). De hierro con esbozo de haber tenido un revestimiento dorado. Hallazgo a -30 cm de profundidad, lindando con la pared oeste de la casa de los Padres, en contexto de material de arrastre de crecida de río. Piso natural a -60 cm. Otros materiales hallados en cercanía en palimpsesto en trampa sedimentaria, en el mismo estrato y no relacionados, lo que confirmaría el arrastre fluvial, son fragmentos de cerámica Sanagasta, fragmentos de tejas coloniales, fragmentos de envases de vidrio, clavos y una bisagra de fin de siglo XIX. (Juan Carlos Giuliano, Arquitecto, Licenciado en Historia y Arqueología)
Un descubrimiento, ¡cuántas historias tendrá para contar!
A lo largo de estos años, Antonio ha encontrado diferentes objetos que clasifica y guarda en su casa. Su colección asciende a más de 1000 piezas, compuesta por dijes de la era colonial, puntas de flechas, monedas, cruces y muchos más. Sin duda, los hallazgos más curiosos, además de la reciente empuñadura, han sido alianzas de oro, un anillo con una piedra preciosa roja y un juego de llaves de caja fuerte.
La búsqueda como un estado meditativo
Antonio asegura que vive las expediciones como un cable a tierra: “Son una conexión con la naturaleza, me desconecta”. ¿Cuáles son las características de un buscador de metales? Paciencia, dar tiempo, tener tolerancia a la frustración y mucha curiosidad. Hoy, confiesa que le encantaría estudiar Historia con una orientación arqueológica, ya que la búsqueda de metales ha conjugado varias de sus pasiones: las expediciones al aire libre, la pasión por el conocimiento de nuevos lugares, la historia y, sobre todo, la curiosidad por encontrar nuevos tesoros.